La realidad
Tiendo a pre-ocuparme bastante es una realidad.
A través de ejercicios de introspección, terapias psicológicas, lecturas de tarot y caminatas de 770km he descubierto muchas cosas que me han ayudado a componer los orígenes y naturalezas de mis incesantes preocupaciones. Esto no significa que las haya superado, significa que al menos con algunas preocupaciones he desarrollado la habilidad de detectarlas, observarlas, darme cuenta de lo que son (casi siempre una pérdida de tiempo y energía) y claro, seguirme preocupando si así lo deseo o si no lo puedo controlar.
Es cansado preocuparse. Suelo invertir mucha energía mental en entender y resolver los problemas que me agobian, quiero controlarlos y evitar cualquier cosa que salga fuera de mi control. Esto en últimas instancias detona ansiedades que me impiden estar en el presente y detonan hábitos no tan sanos (comer, tomar, etc.) - y sinceramente, tiendo a ser una persona no muy agradable cuando me encuentro en esas situaciones.
Ahora bien, más allá de hacer de esto un confesionario, lo que me interesa es analizar la preocupación, para exorcizarme un poco de ella y compartir algunas cosas que me han ayudado, así como las cosas que aún no logro descifrar.
¿Qué es la preocupación y qué conlleva?
Es el estado en el que uno trata de resolver las problemáticas futuras anticipándose a ellas y solucionándolas en medida de lo posible. Esto con el propósito de eliminar cualquier molestar, peligro, tristeza o afectación negativa en el futuro.
Lo paradójico
Cualquier situación negativa sucede en el ahora. La agravamos al ponerle peso o significado recordando traumas pasados o generando interpretaciones negativas de nuestro ser. Nos olvidamos que a todo el mundo, en todo momento les suceden cosas positivas y negativas, es inevitable. De tal manera que lo único realmente útil cuando sucede una situación negativa es afrontarla y seguir caminando hasta superarla, sabiendo que el sentimiento de confort al que se llega es también momentáneo y de hecho está bien que sea así, porque si no, no sabríamos ni siquiera la diferencia entre las dos.
Lo útil
Al utilizar la preocupación como un “súper poder” (es decir algo que se puede activar cuando se necesita) podemos analizar, criticar y discernir mejor situaciones, nos puede ayudar a distinguir caminos, oportunidades o decisiones más acertadas. De manera efectiva puede prevenir sufrimiento propio y de otras personas o seres. Sin embargo, como cualquier súper poder, si no se controla puede terminar destruyendo todo a su alrededor.
Lo que se pierde
Fisicamente la preocupación y la ansiedad son desgastantes y precursoras de muchas enfermedades y malestares crónicos, esto es un hecho, no una opinión.
Mentalmente se pierde foco, porque llenamos tanto la cabeza de situaciones hipotéticas y estresantes que lo que terminamos haciendo es desconectando de la realidad, dejando de disfrutar el presente y detonando entonces estados depresivos. En otras palabras, nos olvidamos de que todo siempre en realidad está bien, somos nosotros como individuos los que no estamos bien con las cosas, y nos desconectamos a un infinito y más allá lleno de negatividad inexistente.
Socialmente perdemos conexión, al no estar presentes no interactúamos con franqueza, estamos en otro lado, imaginando cosas, si se sigue este patrón lo que sucede es que terminamos aislándonos, ya que las personas pierden interés de hablar con alguien que no presta atención, encontrando entonces el camino libre para una solitud negativa.
Algunos trucos para soltarte de la preocupación negativa
Hacer cálculos reales
Me ha pasado muchas veces que me preocupo por cosas, por ejemplo, si voy a poder cumplir con todos mis compromisos laborales. Me hago historias, me estreso, estreso a otros, me enojo, hago que otros se enojen… Pero luego, cuando me doy la oportunidad de poner las cosas en papel (en este caso mis tiempos) me doy cuenta que en realidad está todo bien. Tengo el tiempo suficiente y necesario para lograr mis compromisos. Era más mi preocupación, el tiempo y energía puesta en ella, que el que necesitaba para hacer bien y tranquilo mis cosas.
Ahora bien, también puede ser el caso que el poner cosas en papel levante alarmas. Puede ser que se confirmen preocupaciones. Siendo este el caso, de cualquier manera será positivo verlo en papel. Ya que al menos se puede determinar un riesgo, en lugar de tener la mente pensando en mil, y liberar espacio mental para solucionarlos puntualmente. Es decir, pasar al mundo de la acción y no de la imaginación negativa - es una mucho mejor inversión de tiempo y energía.
Escribir o contarle a alguien
El simple hecho de tangibilizar una preocupación o preocupaciones puede ser liberador y tranquilizador. Escribir mis preocupaciones en la computadora o en una libreta me ha ayudado mucho a darme cuenta de lo insignificantes o incongruentes que son, el darme cuenta de eso me da mucha tranquilidad. Me ha pasado muchas veces que sé que debo de hacer esto, siento que a veces me retraigo de hacerlo porque hay una parte de mi (mi ego) que no quiere darse cuenta que eso que le está dando tanto poder, es en realidad completamente ilógico.
Platicarlo con alguien más siempre es una buena opción. Sin embargo, debe de hacerse con mucho cuidado. Más allá de hacerlo con una persona que sepa guardar confidencialidades y juicios, es importante entender y reconocer que nuestro ego (el de cada quién) es una máquina de generar superioridades.
Trata de recordar alguna última conversación con amigos, uno cuenta alguna anécdota y otro cuenta al terminar otra similar que pareciera ser más importante, triste, impactante o chistosa. No es en “mala onda” simplemente es la manera en la que funcionamos. Así que si le vas a contar tu preocupación a alguien trata de enmarcar la conversación (o hacerlo con una persona muy consciente) para que la persona te escuche y te de su retroalimentación, en lugar de entrar en un círculo de preocupaciones mayores que pueda terminar haciéndote sentir peor que al inicio.
Meditar
Si, efectivamente, seguramente lo haz escuchado mil veces. La meditación suele ser comunicada bajo un espectro de misticismo muchas veces innecesario. Yo la defino como un ejercicio mental enfocado a darnos cuenta de toda la cantidad de pensamientos que generamos sin parar, eso es. Digo ejercicio porque, como cualquier otra práctica, si no se hace a menudo suele perderse, olvidarse o no hacerse bien. De tal manera que ejercitar tu cabeza con la meditación te puede ayudar a detectar una preocupación, identificarla como un pensamiento y no asumir que tu eres eso.
Yo medito ocasionalmente, pero no me considero aún un practicante asiduo ni disciplinado, estoy en eso. Waking Up es una aplicación que me ha gustado (ya he probado varias) y ya de paso te recomiendo el libro del mismo nombre por Sam Harris - si me escribes un correo directo puede que lo pueda compartir en formato digital.
Siendo sinceros…
Aún así, con todo lo que te he compartido, me sigo preocupando, menos de lo que lo hacía antes, pero más de lo que me gustaría. Es irónico que me preocupe de preocuparme preocupándome por preocuparme.
¿Te pasa igual? ¿Tú qué recomiendas?
mm.