El éxito
Tengo un par de sospechas, pero en realidad no sé cómo ni cuando fue que se formó en mi cabeza el concepto del éxito. Quizás Jung o algún otro filósofo o psicólogo tenga alguna teoría al respecto. Pero más allá de estudiar su naturaleza, lo que me interesa explorar ahora es lo que ha causado en mí y compartir un poco sobre experimentos que he hecho para transformarlo.
Una ancla no siempre es útil
El éxito puede ser explorado en diferentes dimensiones (eg. personal y profesional). Por practicidad me gustaría ahondar en el profesional, aún que la reflexión puede aplicar a ambas.
Cada cosa o proyecto que hago, inclusive antes de ejecutarlo como tal, tiene impregnada una idea del éxito. Una ambición importante que en realidad tiene el riesgo de ser un ancla disfrazada.
Me explico: al empezar digamos un proyecto de emprendimiento, espero (consciente pero muchas veces inconscientemente) que sea lo mejor de lo mejor, es decir, espero obtener ventas exhorbitantes, el reconocimiento de mis colegas, la aprobación y apoyo de amigos, familia y pareja, espero obtener atención mediática, likes, entrevistas y demás.
Esta ambición es buena para muchas cosas. Ayuda establecer estándares de calidad, tipo de comunicación, alianzas importantes y demás. El problema radica en que si no se tiene cuidado esta ambición puede también funcionar como una ancla termina ahogando proyectos y experiencias benéficas y memorables.
Pongamos como ejemplo este ejercicio de escritura. Cuando lo comencé me descubrí a mí mismo pensando antes de dormir los alcances que podría tener. Me imaginé obteniendo miles de suscriptores, me aluciné pensando en cómo podría esto transformarse en un libro, hice números y me proyecté ganando dinero de miles de maneras, soñé con la idea de obtener reconocimiento por el esfuerzo. Y sentí el peso...
De pronto, en lugar de sentirme emocionado por el proyecto, me di cuenta que me empecé a sentir estresado por él mismo. Le apliqué la misma ambición que aplico a todo lo demás, de manera que en lugar de impulsar mi esfuerzo, le terminé poniendo un ancla, un peso innecesario que no le beneficiaba ni al proyecto, ni a mí, ni a nadie.
Afortunadamente lo noté y decidí en ese momento cambiar el tipo de ambición, me di cuenta que no tenía que lograr nada con este proyecto más que generarme el compromiso por escribir lo que pienso y compartirlo. Nada más y nada menos.
Pude dormir feliz y con tranquilidad.
El arte de asignar los pesos adecuados
No está mal ser ambicioso, solo es importante reconocer que puede ser perjudicial aplicar el mismo tipo de ambición a todo lo que se hace. Está bien hacer cosas para obtener recursos, obtener reconocimiento y demás. Pero si se aplica el mismo criterio a todo, se corre el riesgo de no disfrutar, de no crecer o de dejar pasar de lado situaciones de vida que puedan enriquecerte de otra manera y cambiar tu perspectiva de las cosas.
Ahora me encuentro siendo un poco más consciente de esta situación. Trato de asignar diferentes tipos de ambición y éxito a los diferentes proyectos profesionales a los que me comprometo. Trato de recordar que no todo tiene que hacerse para obtener dinero, likes o prensa. Hago lo posible por darme cuenta de los pesos que les pongo a las cosas para asegurarme de no hundirlas, de mas bien ayudarlas a volar.
¿Y tú qué tipo de éxito y ambición le pones a lo que haces? ¿Eres consciente siempre de ellos?
mm.
PD. Los amigos de mis amigos son mis amigos. Si quieres compartir esta suscripción con alguien querido para ti no dudes en hacerlo.