Las cosas se rompen
Pasa en relaciones, pasa cuando un objeto querido se rompe, pasa cuando la realidad es afectada por pandemia globales.
Cuando las cosas cambian radicalmente, cuando se rompen, nuestro reflejo inmediato es tratar de regresarlas a su estado anterior, a su normalidad conocida.
No es nada malo. Tratar de restablecer algo, muchas veces es posible y, lo más importante, vale la pena. Sin embargo, hay muchas veces en la que esto no es posible y, lo más importante, no vale la pena.
Es en este justo en el momento en el que algo se rompe en el que se abre también la posibilidad de verlo diferente.
Como ejemplo práctico tenemos al “kintsugi” japonés, el famoso arte de reparar utensilios de cerámica que se han roto utilizando laca mezclada con oro y/o plata.
Bajo esta práctica se esconden filosofías más profundas, relacionadas con principios como el wabi-sabi y demás que se centran en la aceptación del cambio.
La oportunidad de una ruptura
El punto al que quiero llegar es, si aceptamos el cambio, también abrimos la puerta a la posibilidad de ver y recrear nuevas posibilidades de realidad. Si no lo aceptamos será imposible seguir adelante.
En el contexto económico y sistémico, es aquí que toman valor disciplinas como la prospectiva y el diseño de futuros. En el sentido de que son ejercicios creativos que toman una realidad para jugar con sus posibilidades, proponen, por así decirlo, diferentes maneras de recomponer los elementos de una realidad amalgamándolos de formas diferentes.
Diría que estamos viviendo el justo momento en donde nos estamos dando cuenta que nuestra realidad anterior se rompió, tenemos la gran oportunidad de ver los pedazos en los que se ha convertido y decidir si queremos componerlos exactamente igual o si es momento de recomponerlos en algo mejor. Los ejercicios de futuros y de prospectiva ayudan a abrirnos la mente y descubrir posibilidades antes no vistas que informan y enriquecen las acciones que podemos tomar en el presente.
Debo de decir que no he sido el mayor fan del diseño prospectivo y de futuros en el pasado, diría que son ejercicios creativos masturbatorios. Es decir, son buenos y saludables hacerlos de vez en cuando, pero en exceso pueden llegar a alienar a cualquiera y a prevenirlo de actuar en situaciones reales.
Pero mi percepción ha ido cambiando, en parte gracias a las interminables pláticas que he tenido con José de la O al respecto y a la conversación que tuvimos con Jorge Camacho en el último episodio de Fuera de Contexto. Así que si te sobra 1 hora y media por ahí, te recomiendo mucho escucharlo.
Que el poder del kintsugi sea con todos nosotros.
mm.