Punto de partida
Inspirado por las celebraciones de estas fechas, me puse a reflexionar sobre la muerte. De forma más específica, sobre la experiencia que los vivos tienen al perder a un ser querido.
Hay muchos tipos de experiencias, hay aquellas que son insignificativas y breves, otras son divertidas y memorables, pero hay aquellas que nos tocan profundamente y cambian el rumbo de nuestras. A estas últimas nos referimos como experiencias transformadoras.
Las experiencias transformadoras son el santo grial de los diseñadores de experiencias. Muchos buscamos poder generarlas en nuestros proyectos. Pero no es una tarea fácil.
El campo de estudio alrededor de las experiencias transformadoras está creciendo y desarrollándose cada vez más. Por ahora cubriremos lo básico.
Experiencias transformadoras
Según autores con quién he tenido la oportunidad de conversar como Mat Duerden (Designing Experiences) existen experiencias TRANSFORMADORAS (así, con mayúsculas) y transformadoras (con minúscula).
Las TRANSFORMADORAS cambian nuestra vida para siempre, son aquellas que marcan un antes y después en nuestra vida e impulsan cambios trascendentales en nuestra forma de ver y operar en el mundo. Ejemplos podrían ser: casarse, convertirse a alguna religión, dejar una adicción, un peregrinaje, hacer una transición de genero, hacer una terapia alucinógena, etc.
Las transformadoras marcan cambios menos trascendentales pero también importantes en nuestra vida. Un ejemplo sería: hacer un maratón, cambiar una dieta, cambiar de parecer en alguna cuestión política, etc.
Por supuesto, T y la t son relativas al contexto de cada persona.
Sin importar cuál de las dos sea, podemos generalizar en que este tipo de experiencias:
Son escasas, suceden pocas veces en nuestra vida
Tienen un gran impacto y generan impresiones duraderas en nuestra memoria
Requieren una comunidad de apoyo
Implican reflexión y compromiso por la persona que las vive
Muchas empresas y diseñadores en este gremio buscamos generar experiencias que transformen positivamente a las personas. Buscamos temas, espacios y excusas para poder generarlas.
Pero quizás para entender, estudiar y vivir experiencias transformadoras solo necesitamos observar lo cotidiano.
De “forma natural”, las personas vivimos experiencias transformadoras a lo largo de nuestra vida, por ejemplo, nacer, tener hijos, morir o sufrir la muerte de un ser querido.
A continuación, con mucho respeto, vamos a explorar el tema de la muerte de un ser querido desde el ángulo del diseño de experiencias. Esto con el propósito de ejemplificar dos cosas, primero: cómo el mercado puede configurar nuestras experiencias vitales y segundo: descubrir el potencial que existe de diseñar experiencias que sean significativas y nutritivas para nosotros.
La experiencia de la muerte
Cada muerte es diferente, pero términos generales, en las culturas occidentales sobre todo, cuando un ser querido fallece sucede lo siguiente:
El ser querido muere.
Se notifica a la familia.
Se llama a una empresa de servicios funerarios.
El cuerpo (o las cenizas) son “entregadas” a la familia en un lugar especializado y/o iglesia para los ritos posteriores.
Aquí la pregunta clave ¿De dónde surgió la idea de que una empresa debe de llevarse un cuerpo de un ser querido cuanto antes para después dártelo de vuelta para que puedas continuar tu despedida?
La comercialización de la muerte
La experiencia actual que tenemos con la muerte es relativamente nueva, tendrá apenas 100-120 años y según la activista morturaria Caitlin Doughty, surgió en la guerra civil de los Estados Unidos.
Antes de eso, las personas (de forma general) tenían la idea de pasar un tiempo en casa con los muertos antes de enterrarlos. Les lavaban, vestían y vivían momentos y ritos con ellos. No había una prisa de forma estricta. Se permitían contemplar, convivir y sopesar lo que había pasado.
Durante la guerra civil estadounidense sucedieron muchas muertes, y aquí lo importante, eran personas que morían lejos de su lugar de origen.
Surgieron entonces empresas que se dedicaban a trasladar los cuerpos de los fallecidos hasta las poblaciones donde se encontraban sus familias para que estas pudieran despedirse de su ser querido.
Se recogían los cuerpos en carros tirados a caballo y podían pasar semanas o meses hasta que el cuerpo llegara a su destino. La cantidad y el hacinamiento de cuerpos, los tiempos y el clima potenciaban la generación de focos de infección. Mismos que fueron solucionados por empresas que implementaron servicios de embalsamiento.
Los embalsamadores empezaron a vender el servicio de trabajar con los cuerpos, de tal forma que los cuerpos pudieran lograr, en buen estado y sin riesgo de putrefacción, los trayectos hasta sus familias.
Todo esto fue un grandísimo negocio… hasta que la guerra civil terminó. Había entonces muchísimos menos cuerpos que trasladar y por ende, menos demanda por embalsamar.
Entonces los empresarios embalsamadores gringos idearon un plan: digámosle a las personas que el cuerpo de un ser querido es peligroso e infeccioso, de tal forma que todo el mundo quiera embalsamar a sus muertos, así tendremos una demanda infinita por nuestros servicios… y lo lograron.
La idea se popularizó en EUA, se hizo aspiracional, se llevó a GRAN PARTE DEL el mundo y se desarrollaron productos y servicios complementarios. Ahora no solo ofrecen ese servicio, sino un lugar para poder velar a los fallecidos, arreglos, servicios religiosos, etc… La McDonalización del morir.
Mi experiencia
Hace poco más de dos años sufrí la pérdida de mi padre. Murió de un infarto mientras dormía.
Tuve la oportunidad de pasar tiempo junto a su cuerpo, de llorar con mi mamá, hermano y nuestras parejas. Pude pasar tiempo a solas con él, de acariciar su pelo por última vez, de despedirme.
Me hubiera gustado saber que no había prisa, que no pasaba nada si esperábamos más. Que, por doloroso y difícil que fuera, podríamos haberlo vestido y sacado nosotros, con cariño y cuidado de su casa, en lugar de que extraños lo hicieran de forma torpe y apresurada.
No sé si saber esto hubiera cambiado la forma en la que terminamos llevando todo a cabo. Pero al menos hubiera podido tener un mejor entendimiento sobre el momento, su significado y las opciones que realmente existían.
Imaginando nuevas posibilidades
La experiencia que mi familia y yo tuvimos en los momentos más impactantes y transformadores de nuestra pérdida, sin duda, no es la única posible. Lo mismo para cada una de las diferentes situaciones de pérdida a las que todos nos podemos enfrentar.
¿Qué pasaría si imagináramos otras opciones de relacionarnos con la pérdida?
¿Qué pasaría si integráramos una perspectiva del diseño de experiencias a la experiencia transformadora de la muerte?
¿Qué pasaría si reconocemos la importancia de estas transiciones y comenzamos a tener conversaciones constructivas con nuestros seres queridos?
¿Qué pasaría si, en lugar de tomar las opciones que nos ofrece el mercado como punto de partida, tomamos nuestra. transformación y bienestar como prioridad?
Afortunadamente existen algunas personas y organizaciones que han abierto camino para explorar con mayor profundidad este tema.
Un buen punto de partida sería The Order of the Good Death de la misma Caitlin Doughty, quien se ha especializado en explorar, educar y compartir recursos y perspectivas sobre la importancia del “buen morir” y de las experiencias que tenemos alrededor de la muerte.
Si conoces a personas u organizaciones similares en México o Latino America por favor compártemelas.
No existe una sola solución para este tipo de cuestiones, cada situación, persona, contexto y comunidad tendrán sus necesidades y particularidades. Creo que vale la pena explorar el tema a la medida adecuada para cada circunstancia. Finalmente la forma en la que honramos la vida está interconectada con la forma en la que lo hacemos con la muerte.
La oportunidad: apropiarnos de las experiencias que nos transforman
En este ejercicio de reflexión partimos desde la experiencia de pérdida para analizar cómo vivimos y configuramos las experiencias de transformadoras que tenemos en nuestra vida.
La intención es despertar un interés para que reconozcamos esta y otras experiencias transformadoras en nuestra vida y nos preguntemos si es que las estamos viviendo de una manera adecuada y relevante para nosotros y los nuestros.
El campo del diseño de experiencias nos puede ofrecer herramientas y perspectivas que nos ayuden a tener mejores conversaciones alrededor de los momentos que vivimos en nuestro día a día.
La invitación de esta exploración en particular es a que nos apropiemos de las experiencias que vivimos en nuestro día a día, especialmente aquellas que nos transforman.
En futuras exploraciones compartiré reflexiones, herramientas y perspectivas que nos sean útiles para este y otros tipos (más banales) de experiencias.
Nos leemos pronto.
mm.
Recursos recomendados
Para profundizar y llegar a otros temas relacionados te recomiendo:
Ver el episodio de Midnight Gospel llamado Caitlin Doughty AKA Death en Netflix.
No tocamos este tema, pero me pareció muy interesante este artículo de El País - Día de Muertos: el origen no tan prehispánico de la tradición mexicana
De igual forma recomiendo el episodio de su podcast ¿Dónde velan a sus muertos los ateos? que suma a la conversación sobre el diseño de este tipo de experiencias.
Si estás pasando por un proceso de pérdida te recomiendo en general el podcast Después de la pérdida de Gaby Tanatóloga.
Me ha encantado el enfoque de este post Miguel. Justo hace unos días también la muerte, conectada con ese capítulo de The Midnight Gospel, inspiró mi último newsletter. Mucho que re-pensar acerca de cómo vivimos esa experiencia que ya viene prediseñada de enterrar a un ser querido, mientras en otros lugares del mundo los mantienen ya fallecidos en sus casas y hablan o toman el té con ellos. Gracias por compartir.