Hace poco me encontré un libro en casa de mis padres, estaba en la fila para ser donado, por alguna razón me llamó la atención y lo tomé, abrí la primer hoja y me encontré una nota que creo que escribió mi padre. Lo que les comparto es, en parte, cosas que he estado reflexionando al irlo leyendo.
La separatidad
Los seres humanos tenemos consciencia propia. Esto significa que, de cierta manera y en ciertos niveles, sentimos que somos un individuo, separado pero relacionado con los demás. Sabemos que algún día vamos a morir y que probablemente veamos morir a algunos de nuestros seres queridos. Esto genera una sensación de “separatidad” (separateness) con la que convivimos y que de muchas maneras forja nuestras maneras de ser y estar en el mundo.
El sentimiento de estar separado forma uno de los problemas más grandes de nuestra vida y lo vamos enmendando u olvidándonos de ello a través de diferentes formas. De niños vamos a la escuela, en donde usamos uniformes (para ser todos una sola forma); a través de la religión nos generamos mitos y cuentos, que fundamentalmente establecen, que no somos un ente separado, sino que somos una parte del todo; de más grandes nos generamos rutinas de trabajo de 8hrs, vestidos más o menos igual que todos, queriendo más o menos lo mismo que el resto, todo en gran medida bajo la excusa de no hacer algo diferente, de no estar separados.
Pero inclusive todo esto no nos es suficiente.
Excitarnos
Por eso, de manera consciente o inconsciente, buscamos exitarnos constantemente a través de emociones, medios, contacto y sustancias que alteran nuestro estado mental. Exitar viene del latín excitare, que significa hacer salir. Si nos damos cuenta la palabra en inglés exit lo contiene perfectamente. Al exitarnos buscamos salirnos de nosotros mismos para sentirnos unirnos de manera sutil al todo.
Exitarte es precisamente eso, un arte, y como cualquier arte tiene sus virtudes y sus peligros. A través, por ejemplo, del alcohol se pueden lograr estados mentales que nos hacen sentirnos conectados al todo, adormecemos y ponemos alegre a nuestro sentido de separación y fluimos con el contexto de una manera diferente. Pero claro, es fácil caer en su abuso, sin darnos cuenta podemos estar bebiendo para fundamentalmente olvidarnos de nosotros mismos, diluyéndonos en una insostenible inconsciencia.
Dese esta forma de ver la excitación podemos ver muchas cosas. El consumo de series de TV, las interacciones en redes sociales, la búsqueda de emociones fuertes, etc. De todas ellas, una de las formas más sutiles y potencialmente buenas para nosotros es el amor en pareja (aún que hay muchos tipos de amor, creo que es este el que abre más posibilidades de unión).
Por supuesto, me refiero a relaciones buenas, equilibrada y sanas, en donde las personas involucradas no se diluyen, sino más bien se potencializan al aliviar, de la manera justa para cada uno, su separatidad. Éstas relaciones abren la posibilidad a que ambas personas den (sin que dar sea considerado una pérdida) y excitar al otro, con esto me refiero al acto de aliviar las necesidades específicas de la separatidad de la otra persona, aliviando las suyas al mismo tiempo.
Más allá de seguir en el tema del amor en pareja, lo que quiero compartir es el lente y la perspectiva de la excitación. Personalmente creo que es un ejercicio útil el analizar las cosas que hago para ver cómo y de qué manera me están haciendo salir de mi sentido de separatidad para ser parte del todo.
Desde esta perspectiva meditar, por ejemplo, resulta excitante.
Me despido con una foto de la cita que creo que escribió mi padre en el libro de “El arte de amar” de Erich Fromm, del cual extraí el concepto de la separatidad y el amor. No he encontrado referencia textual, así que creo que la cita se la inventó él.
Con mucha excitación.
mm.