Existen diferentes formas de confundirse como persona en este mundo.
La confusión a la que me refiero es aquella que genera un sentimiento de desconexión de tal grado que se deja de entender lo que pasa alrededor, a alienarse y dejar de tener, ultimadamente, un sentido del existir.
Estas diferentes formas, a nivel muy general podemos clasificarlas en escala exteriores e interiores, es decir: el mundo te puede confundir, otros te pueden confundir o tu mismo te puedes confundir. De todas estas, creo que la más grave y pesada es la última, la que se genera cuando uno mismo deja de entenderse a uno mismo.
Este tipo de confusión, sin duda, puede ser ocasionada por muchas cosas, pero una de las cosas más graves y que al mismo tiempo está en nuestro control es ser fieles a nuestra palabra.
Cuando uno dice o declara que va a hacer algo y no lo hace surgen dos opciones sanas, o efectivamente retomas y cumples tu palabra o bien puedes reconocer que no haz cumplido, ser compasivo contigo mismo y redefinir el compromiso o desecharlo en el caso de que ya no sea útil. En cualquier caso es importante mantener un sentido de integridad con uno mismo, ya que lo contrario se puede pagar muy muy caro.
El no ser íntegro con uno mismo genera uno de los niveles de confusión más altos y profundos, ya que te desconecta con tu propio poder de ser acción y esto termina causando una desconexión y un descontento total con el presente. Hay que recordar y analizar que las acciones, cualquiera que sean, se llevan acabo en un tiempo presente, por tanto, una palabra no cumplida es una traición hacia el mismo presente, una receta segura de ansiedad y descontento.
Cabe recalcar que con acción no me refiero necesariamente a “hacer algo” ya que muchas veces lo mejor es no hacer nada. Me refiero simplemente a la conexión entre lo que uno se propone hacer y lo que finalmente hace (esto pudiendo perfectamente no hacer nada). Cambiar de opinión de lo que se hace es siempre es una opción, pero siempre debe de ser acompañada de una restauración de tu propia palabra, reconociendo el cambio y restableciendo la conexión profunda de uno con el presente.
El día de hoy (como siempre) el mundo mismo y las acciones de otras personas pueden desestabilizarnos y confundirnos. Pero debemos de recordar que la paz y la estabilidad propia se origina dentro de nosotros mismos, y esto se origina fundamentalmente dentro de nuestra conexión sutil con el presente, con nuestra palabra, con nuestra acción.
Que la fuerza de tu palabra esté contigo.
mm.