Creo que estas épocas del año son muy buen momento para introducir a un ser que vive dentro de todos nosotros y establece, en gran parte, como vivimos y disfrutamos de las experiencias.
Me refiero, claro, al “ser que anticipa”. Pero antes de entrar en más detalle permítanme presentarles al los seres que lo acompañan en nuestra mente.
Los 3 seres
Bajo la disciplina del diseño de experiencias nos es útil distinguir entre 3 tipos de seres que viven dentro de nosotros. Podríamos pensarlos como 3 roomies que viven en nuestra cabeza, se ven poco, casi nunca están todos juntos y no se llevan siempre bien.
Se los presento, son:
El ser que anticipa
El ser que experimenta
El ser que recuerda
Son estos tres “seres” quienes deciden si ir a una experiencia (evento, reunión, concierto, etc), la viven y experimentan y concluyen su resultado y la recuerdan.
En esta ocasión nos enfocaremos al primero, ya en algún futuro hablaremos de los otros dos.
El ser que anticipa
Podemos pensar en “el ser que anticipa” el que analiza las cosas antes de hacerlas para definir si van a valer la pena y qué esperar de ellas.
Ahora, como en todo, hay personas y situaciones en el que este “ser” se manifiesta como una persona bastante precavida, analítica y “self-aware”, mientras que en otras personas y situaciones este “ser” es bastante despreocupado, misterioso o liviano.
Sea cual sea el caso, el “ser que anticipa”, es esa parte de nosotros que define nuestras expectativas y para poder hacerlo, se imagina escenarios y resultados, muchas veces basadas en lo que platica con “el ser que recuerda” (un loco del cual hablaremos en otra ocasión).
Todo esto tiene una lógica. Verán, desde cierta perspectiva, nuestro cerebro es una calculadora de riesgos que nos ayuda a enfrentarnos a situaciones futuras con la preparación suficiente. Esto es justo lo que hace el “ser que anticipa”, nos ayuda tanto a decidir si llevar un abrigo a una reunión, como a establecer el nivel de expectativa y emoción que algo nos genera.
Para ilustrar mejor a este “ser” hagamos un ejercicio…
Imagina que la tienda departamental más importante, exclusiva y prestigiosa de México hace una gran rifa entre sus clientes para ganar viaje, todo pagado e incluido, para ir a Las Vegas a ver el concierto en el Sphere de U2.
¿En qué clase crees que estaría el vuelo? ¿Qué hotel crees que incluirían? ¿En qué parte del Sphere estarían los asientos? ¿Qué tipo de comida y restaurantes estarían incluidos? ¿Cómo te imaginas la experiencia del concierto de U2? ¿Qué tipo de emoción y satisfacción tendrán las personas que asistan a ese concierto?
Todas estas maquinaciones son parte de lo que se imagina el “ser que anticipa”.
Retos con ser que anticipa
Continuando con el ejercicio anterior… imaginemos que tu eres la persona que se gana ese premio, pero al ir te das cuenta que te dieron un vuelo con varias escalas de muchas horas para llegar a Las Vegas en clase económica y sin maletas incluidas, que el hotel en realidad es un motel maloliente que queda muy lejos del concierto, y que el asiento está hasta la última fila del Sphere… ¿Cómo crees que te sentirías? Yo creo que decepcionado.
Este ejercicio nos presenta una paradoja. La experiencia en su totalidad es un regalo, es decir, si no te la hubieras ganado, no verías a U2 en el Sphere, lo cual no está nada mal, sin embargo, el hecho de que te la haya regalado “la tienda departamental más importante, exclusiva y prestigiosa de México” hizo que el “ser que anticipa” se imaginara cosas y como no cumplimos sus expectativas, se generó una decepción.
En corto. El “ser que anticipa” establece expectativas que, si no cumplimos (como mínimo) o superamos (que es lo ideal) afectaremos negativamente la forma en la que la experiencia será evaluada y recordada.
A este fenómeno, desde el la perspectiva de las ciencias del comportamiento, se le conoce como la teoría de la confirmación de las expectativas o ECT por sus siglas en inglés. Y justamente nos dice que, si las experiencia excede las expectativas formadas por una persona, se generarán en ella emociones positivas fuertes y duraderas, pero si no las cumplimos, se generarán en ella emociones negativas y difíciles de olvidar.
Y este es justamente el reto con el “ser que anticipa”, debemos de generarle la suficiente emoción y expectativa como para que quiera ir y participar de una experiencia, pero no demasiada como para que espere cosas que no van a cumplirse o no estarán a la altura de su imaginación. Fallar en este cálculo es un problema constante y difícil de resolver, sobre todo si desconocemos a nuestra audiencia y a la existencia de este ser en ellas.
Entender al ser que anticipa
Es evidente que si no tomamos en cuenta las ideas que se hace “el ser que anticipa” en una experiencia vamos a estar en serios problemas. De tal forma que, es siempre muy importante, imaginarnos e investigar quién es nuestra audiencia, cuál es su contexto y qué tipo de expectativas generarán por nuestra experiencia o evento.
Esto no es particularmente sencillo, pero ayuda hacernos el siguiente tipo de preguntas:
¿Por qué canal se enteraron las personas de esta experiencia/evento?
¿Con qué otra cosa que hayan vivido se relaciona?
¿Qué asociaciones tienen las personas con el tema y/o marca de la experiencia?
¿Cuál es el deseo de las personas al asistir a esta experiencia?
¿Cuál es el precio de la experiencia y cómo se compara con otras cosas que viven y compran?
¿Cómo es la comunicación del evento y de qué formas es congruente (o no) con lo que pasará?
En Cocolab nos hacemos este tipo de preguntas todo el tiempo para asegurarnos de poder satisfacer y en medida de lo posible sorprender al “ser que anticipa” de nuestras audiencias.
Hay experiencias que hacemos que se prestan muy bien a esto, como lo son aquellas que son más novedosas, por ejemplo, Ecos de Uxmal, una experiencia multimedia nocturna en un sitio arqueológico. Esto es tan poco común para la mayoría de las personas que es relativamente fácil satisfacer y sorprenderlas una vez que se convencieron de ir.
Por el otro lado, hay experiencias que cargan con mucho peso por las expectativas del “ser que anticipa”, como por ejemplo, Disney Immersive, una experiencia inmersiva que hicimos en colaboración con Walt Disney Animation Studios y Lighthouse que ha tureado por todo el mundo. Las personas que asisten tienen ya una expectativa bien formada sobre la calidad y nivel de las atracciones de Disney, por lo cual es un reto mayor satisfacerlas y/o sorprenderlas.
Pero más allá de las experiencias de entretenimiento de gran formato, nosotros mismos somos quienes muchas veces inflamos con expectativas a nuestro “ser que anticipa”. Basta con recordar el concepto de la “cuesta de enero”, que no es más que el enfrentamiento con la realidad de nuestras expectativas generadas de un nuevo comienzo del calendario.
Ejercicio: el ser que anticipa en las temporadas navideñas
Esta temporada de posadas y fiestas puede ser muy útil para entender, experimentar y sorprender al “ser que anticipa” de nuestros amigxs, familiares y colegas.
Este tipo de fiestas suelen llevarse a cabo año con año con, más o menos, las mismas personas. En algunos casos existen expectativas pre-formadas de cómo se realizan estas reuniones y lo que sucede en ellas. Por ejemplo: sabemos que el orden de las cosas que sucederán en la reunión es uno muy particular, o sabemos que es muy probable que X persona lleve el guisado de siempre, o sabemos que es muy probable X persona traiga regalos para todos, o sospechamos que X persona, como siempre, terminará algo alcoholizadx.
Y todo esto sin contar los mensajes y expectativas que el entorno mediático genera para estas épocas. Estamos expuestos a mensajes religiosos, comerciales, películas, etc. en donde se nos enseña a asociar estas épocas con la felicidad, la satisfacción, la bondad, la compra y el consumo, casi siempre rodeadas de personas felices, satisfechas y unidas. Una receta que no hace mas que inflar las expectativas del “ser que anticipa”, que muchas veces, para nuestra desgracia, caen fuera de la realidad.
Así que, te invito a que primero, según tus posibilidades y contexto, analices estas expectativas generadas por “el ser que anticipa” que vive en ti y en los asistentes a alguna fiesta o posada próxima.
Si es posible trata de idear formas en las que podrías romper y superar positivamente estas expectativas. Quizás puede ser, por ejemplo, una buena ocasión para que te animes a sacar tu guitarra y tocar frente a tu familia y amigos, o quizás puedas llevar una máquina de burbujas que sorprenda a tus sobrinos más pequeños, o bien puedes preparar algunas palabras de agradecimiento con anticipación para compartir en algún momento de la noche con todos… o también puedes llegar con botellas de tu licor favorito para compartir que sabes que pondrá a todos muy buena onda.
Las posibilidades son infinitas. Pero recuerda que es muy importante también reconocer que hay personas y contextos cuyas expectativas consisten en que siempre pase lo mismo, en cuyo caso, te recomiendo cautela, recuerda que no hay nada peor que no satisfacer las expectativas del “ser que anticipa”.
Toma en cuenta también que sorprender al “ser que anticipa” hace que comparta historias a su íntimo amigo, el “ser que recuerda” el cual las atesorará y guardará, de eso hablaremos más en el futuro.
Espero que este correo haya satisfecho a tu ser.
Nos leemos pronto.
mm.
qué padre lectura!! <3