Una realidad
Para que un cambio sistemático o cultural se lleve acabo se requiere primero que una idea se genere y comparta por muchas personas.
México es, lastimosamente, un país en el que se vive represión, racismo, injusticia y violencia indiscriminada desde hace mucho tiempo, es, desafortunadamente, nuestra normalidad. Sin embargo no ha existido una idea unificadora que empuje un cambio trascendental y profundo.
Ejemplos hay muchos, una buena referencia sería la indiferencia que como población hemos mostrado a los médicos y trabajadores de la salud que han sufrido agresiones en diferentes partes del país. Muchos, sin duda, levantan la mano y reclaman, pero estas expresiones no han sido suficiente, en este y en muchos otros casos, para llegar a un punto de inflexión que lleve a la sociedad a tomar acciones en conjunto para generar un cambio.
Un ejemplo
La desconexión a la que podemos llegar es tal que, en varios segmentos de nuestra sociedad, como al que pertenezco, se ha popularizado más el movimiento social de “black lives matter”, nacido en Estado Unidos, que cualquier otro caso local.
Antes de entrar en el tema quiero dejar claro que creo que ese movimiento es legítimo y merece la atención y apoyo de cualquier ser que se reconozca a sí mismo como humano. Sin embargo, también creo que esto presenta una oportunidad para explorar algo acerca de nosotros y de la manera en la que se comparten las ideas.
Y es que, en un país que sufre de grandes niveles de violencia como México, en donde hay asesinatos hacia activistas, periodistas, racismo indiscriminado y un clasismo feroz, creo que vale la pena preguntarnos ¿porqué estas ideas parecieran no movernos como sociedad de manera comunal?
Para hacer un análisis verdadero de este fenómeno habría que visitar diversos temas, como la historia y la debilitación del activismo social en México, las características puntuales de las diferentes clases socioeconómicas en México, el racismo como tema y demás. No pretendo hacer todo eso en ese humilde correo dominical, pero si puedo intentar compartirles un análisis basado en un marco simplificado y relativamente popular.
El punto de inflexión
Hace ya varios años, Malcom Gladwell, escribió “The Tipping Point”, un libro en donde explora los factores que hacen que una idea se distribuya y acepte dentro de una comunidad. Este libro postula un marco muy sencillo y bien pensado (junto con un montón de ejemplos agrandados y pop como cualquier libro de su tipo). Se establece que los siguientes tres factores son necesarios para que una idea cause un cambio de comportamiento comunal:
La ley de los pocos: Dice que para que una idea de cambio se distribuya debe de haber tres tipos de personas enganchadas con la idea y activamente compartiéndola con sus círculos. Los conectores, aquellas personas que tienen la capacidad de conocer y conectar a diversos círculos sociales. Los “mavens”, que son personas conocedoras y con un alto nivel de credibilidad y acceso a información, que tienen la capacidad de legitimizar la información y fortalecerla. Y los vendedores, que son personas que pueden encontrar los argumentos y significados necesarios para hacer que una idea sea accesible y “comprada” por diferentes grupos de personas.
El “stickiness” factor: Son las características específicas de la idea que facilitan que las personas la recuerden, la compartan y se enganchen con ella. Tienen que ver con el formato en el que se presentan, la oportunidad que brindan a la persona de relacionarse y reflejarse con ella, la promesa que establece y las acciones puntuales que establezcan que se deben de cumplir para llevarse acabo. Un libro relevante del tema es Made to Stick.
El poder del contexto: Establece que el contexto es un factor fundamental para impulsar un cambio de comportamiento. El mejor ejemplo para expresarlo es el ejemplo de la ventana rota. Es un experimento científico comprobado en el que se demuestra que las personas siguen los símbolos que les arroja su contexto para actuar. Si hay una ventana o automóvil abandonado y en mal estado en algún vecindario, estos incitarán que las personas continúen rompiendo, maltratando y causando desastres a su alrededor. Mientras que, si esta ventana se arregla o el carro se remueve, se comprueba que las personas tenderán a cuidar más del espacio y mantenerlo limpio.
Si analizamos bajo estos factores casos como el de Giovanni o el de la CONANP en México podríamos identificar factores que hacen que no se distribuyan de manera tan efectiva en la sociedad como para generar movilizaciones estructuradas como la de “black lives matter”.
Como análisis rápido podemos decir que:
La ley de los pocos: en México no existen tantas figuras que sean populares, tengan validación de diferentes segmentos, sepan explicar una idea de manera atractiva y no sean despreciadas por tener algún tinte o historia política. Vivimos en un contexto en donde todos caen, particularmente los que tratan de llamar la atención abanderando iniciativas a las que no corresponden.
El “stickiness” factor: Existe una ruptura importante en nuestros medios, o están totalmente alineados al poder, o están totalmente en contra del mismo (para apoyar a otro), o están más interesados en generar ganancias económicas a través de patrocinios millonarios (desde televisa hasta sopitas) o simplemente no está en su mejor interés involucrarse en polémicas. Esto genera que solo sean los grupos pequeños aquellos que se movilizan, logrando un buen impacto en una escala pequeña, pero que lastimosamente no alcanzan una escala lo suficientemente grande como para impulsar un cambio.
El poder del contexto: el contexto Mexicano dice claramente que nada han conseguido quienes se manifiestan. Tenemos una historia importante de conflictos no solucionados, por mencionar unos recientes, la guardería ABC o Ayotzinapan. La historia dice que nada se consigue y eso, aún que pueda no asustar a unos pocos, si termina determinando el involucramiento de las masas.
Es por esto, creo yo, que resulta más fácil para los segmentos medios y altos de la sociedad involucrarse de manera superficial con movimientos fuera de casa que en movimientos locales en los que tienen injerencia.
Es más fácil y trae una mejor recompensa psicológica el compartir una imagen de “black lives matter” en instagram, la cual hace a la persona sentirse parte de un grupo aspiracional de personas (por ejemplo, artistas gringos), que el cuestionar y accionar directamente sobre, por ejemplo, la supresión y racismo que se aplica hacia las empleadas domésticas. No puedo evitar imaginarme a alguna persona compartiendo mensajes de “black lives matter” en instagram mientras le grita a su empleada doméstica o se enoja con su repartidor de rappi por su aspecto y ligero retraso.
No comparto este análisis desde un punto de virtud, se que soy parte de lo mismo que apunto, pero no por eso debo de dejar de observarlo y criticarlo.
Vivimos en tiempos muy relevantes para la formación de nuestra sociedad, ojalá estemos presentes a ello y entendamos todos que para solucionarlos debemos de tomar responsabilidad de lo que tenemos en nuestras manos, de lo que podemos accionar de manera local e inmediata.
Se me vino a la mente la plegaria de la serenidad, que nos acompañe a todos en estos días:
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.
mm.