Después de mucha reflexión y darle vueltas, finalmente, ya casi está aquí el curso introductorio al diseño de experiencias que desde hace tiempo quería (y había prometido) sacar.
La idea había surgido desde hace tiempo, pero empezó a cristalizarse el año pasado en la preparación de la conferencia que di en Cuadrante. En ese entonces ya tenía en mi mente el layout del curso, pero me atacó un pensamiento del que me fue difícil librarme: que un curso sobre diseño de experiencias tenía que ser en sí mismo una experiencia.
Y así empezó una exploración que me llevó a muchas ideas y exploraciones. Terminé con un esquema del cual estoy muy contento, pero que terminaba siendo demasiado largo y complicado de gestionar e implementar. Me la compliqué demasiado.
Entonces, junto con Mariana Cabello, arquitecta y colaboradora también de este esfuerzo, decidimos hacerle caso a los consejos que como consultores a veces damos a nuestros clientes, el de simplificar e implementar para aprender y, en su momento dado, escalar y aumentar.
La siguiente semana lanzaremos el “Curso de Introducción al Diseño de Experiencias” que tendrá una duración de un día (8 horas aprox), que combinará teoría, dinámicas y alguna que otra experiencia (sorpresa) para ayudarnos a entender y adentrarnos a esta disciplina. Se llevará a cabo de forma presencial en Monterrey y tendrá un cupo limitado.
Lanzaremos el curso Mariana y yo bajo el nombre de Blobworks, un proyecto paraguas bajo el cual lanzaremos cursos, experiencias boutique y experimentos en conjunto.
El curso estará enfocado a personas que están interesadas en diseñar experiencias para sus clientes, empleados o audiencias. Será en sí mismo una experiencia de aprendizaje en la cual aprenderemos sobre los componentes y principios de diseño fundamentales de esta área para poder aplicarlos en proyectos e iniciativas.
Creo que será una excelente introducción la economía de las experiencias que funcionará también para dar base y propulsión a las personas y proyectos que ya estén trabajando dentro de ella.
Así que, si te suena que este curso es para ti, no te pierdas el lanzamiento la siguiente semana por este medio y mis redes sociales. Nos encantará arrancar junto contigo esta aventura y experiencia.
Nos leemos pronto.
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Nos demos cuenta o no, tendemos a repetir hábitos y fórmulas de comportamiento en diferentes contextos y etapas en nuestra vida. Esto es en parte, como me lo compartió alguna vez un Lama budista, porque “somos seres terriblemente repetitivos”.
De diferentes formas buscamos volver a vivir (así como evitar) tipos y secuencias de momentos que nos fueron significativos en algún momento de nuestras vidas. Las experiencias que vivimos no son la excepción.
Un ejemplo
Hace algunos años, en la final de la era de los 90s (ósea cuando tenía pelo y era adolescente), me gustaba mucho ir a descubrir nueva música en las tiendas de CDs y cassets (Saharis, Mixup, etc). Me gustaba perderme y escuchar los discos que tenían disponibles para escuchar en mostradores con audífonos. Ir por filas de CDs viendo portadas e imaginándome como sonarían, acercándome a los dependientes de la tienda (arriesgándome a que me trataran con desdén) por orientación y recomendaciones.
En aquel entonces no había muchas maneras de descubrir música. Especialmente para aquellos, que como yo, nos tildábamos de alternos. Para salirse del gusto comercial y descubrir cosas nuevas había que sintonizar el programa de radio o tele (MTV) a la hora correcta, ir a la casa de amigues y conocidos para escuchar algo nuevo, conseguir revistas y fanzines raros, o simplemente atreverte a comprar un disco nuevo confiando ciegamente en una portada o recomendación.
Plataformas como Napster facilitaron un tanto la búsqueda, pero aún así era muy complicado y tardado descubrir algo nuevo (y conseguir todas las canciones de determinado album).
Hoy en día casi nada de eso es necesario. Uno tiene al alcance de la mano catálogos completos de música, playlist armados a la medida, influencers especializados con recomendaciones de todo tipo, amigues ociosos y generosos que comparten enlaces a sus nuevos descubrimientos, etc.
Entonces ¿Por qué carajo entonces existen cada vez mas tiendas de vinilos y casetes? ¿Por qué en épocas donde todo se puede conseguir (casi) gratis hay cada vez mas personas buscando consumir música en estos formatos?
Hay muchas razones para este fenómeno por supuesto, pero un ángulo de análisis (y parcial respuesta) es que estas tiendas proveen la posibilidad de tener una experiencia similar a la que muchos adultos tuvieron cuando eran mas jóvenes.
Visitar una tienda de vinilos puede ofrecer, en parte por supuesto, un símil a la experiencia que alguna vez tuvimos en otras épocas. Uno puede ir a buscar música, mirar, preguntar, a veces escuchar, descubrir y comprar o no comprar nada.
Hay muchas barreras para poder disfrutar este tipo de experiencia, una siendo por supuesto, el alto precio a pagar por un vinilo y su respectivo sistema de sonido, así como de la barrera que para muchos representa la interacción con personas en este tipo de espacios (así es, uno tiene a veces que preguntar y platicar con extraños, cosa cada vez mas rara).
Si bien este es un gusto particular a ciertos segmentos socioeconómicos y demográficos de las sociedades, es de cualquier forma un buen ejemplo de lo que trato de ilustrar: Nuestro gusto culposo de repetir (de alguna forma) aquello que consciente o inconscientemente añoramos.
¿Que otros ejemplos de este fenómeno podemos identificar?
Seres de repetición
¿Qué otra cosa son las experiencias de entretenimiento sino un intento por (re)generar momentos y espacios de emoción, libertad, conexión, descubrimiento y/o imaginación como los que vivimos alguna vez?
De niños necesitamos relativamente poco para tener una “experiencia inmersiva” bastaba algún espacio, buenos amigues e imaginación. Ya de adultos perdemos o nos volvemos perezosos con algunas de estas capacidades y vamos encontrando otras formas de vivirlas.
Por eso nos vemos en la necesidad de “contratar” experiencias que nos den el permiso y los estímulos necesarios para volver a vivir estos estímulos y emociones.
Creo que el cine, los festivales de música (especialmente los de corte chavorruco - osea casi todos), las experiencias inmersivas, los escape rooms, los restauranteantros, algunas drogas recreativas, los cafes estetas, etc. de alguna forma capitalizan esta necesidad que tenemos de repetir actividades, momentos, estados de consciencia y descubrimientos que tuvimos de mas jovenes o infantes.
Bajo esta perspectiva te invito a preguntarte, ¿qué momento(s) estas ayudando a alguien a revivir a través de las experiencias o servicios que facilitas? O bien ¿que tipo de momento estas buscando revivir al asistir a las actividades o experiencias que vives?
Analizar tus respuestas puede ayudarte a hacerlo mejor y/o elegir con mayor conciencia las actividades recreativas que decides realizar… y quien sabe, quizás ahorrarte alguna sesión de terapia por ahí.
Nos leemos pronto.
mm.
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Creo que estas épocas del año son muy buen momento para introducir a un ser que vive dentro de todos nosotros y establece, en gran parte, como vivimos y disfrutamos de las experiencias.
Me refiero, claro, al “ser que anticipa”. Pero antes de entrar en más detalle permítanme presentarles al los seres que lo acompañan en nuestra mente.
Los 3 seres
Bajo la disciplina del diseño de experiencias nos es útil distinguir entre 3 tipos de seres que viven dentro de nosotros. Podríamos pensarlos como 3 roomies que viven en nuestra cabeza, se ven poco, casi nunca están todos juntos y no se llevan siempre bien.
Se los presento, son:
El ser que anticipa
El ser que experimenta
El ser que recuerda
Son estos tres “seres” quienes deciden si ir a una experiencia (evento, reunión, concierto, etc), la viven y experimentan y concluyen su resultado y la recuerdan.
En esta ocasión nos enfocaremos al primero, ya en algún futuro hablaremos de los otros dos.
El ser que anticipa
Podemos pensar en “el ser que anticipa” el que analiza las cosas antes de hacerlas para definir si van a valer la pena y qué esperar de ellas.
Ahora, como en todo, hay personas y situaciones en el que este “ser” se manifiesta como una persona bastante precavida, analítica y “self-aware”, mientras que en otras personas y situaciones este “ser” es bastante despreocupado, misterioso o liviano.
Sea cual sea el caso, el “ser que anticipa”, es esa parte de nosotros que define nuestras expectativas y para poder hacerlo, se imagina escenarios y resultados, muchas veces basadas en lo que platica con “el ser que recuerda” (un loco del cual hablaremos en otra ocasión).
Todo esto tiene una lógica. Verán, desde cierta perspectiva, nuestro cerebro es una calculadora de riesgos que nos ayuda a enfrentarnos a situaciones futuras con la preparación suficiente. Esto es justo lo que hace el “ser que anticipa”, nos ayuda tanto a decidir si llevar un abrigo a una reunión, como a establecer el nivel de expectativa y emoción que algo nos genera.
Para ilustrar mejor a este “ser” hagamos un ejercicio…
Imagina que la tienda departamental más importante, exclusiva y prestigiosa de México hace una gran rifa entre sus clientes para ganar viaje, todo pagado e incluido, para ir a Las Vegas a ver el concierto en el Sphere de U2.
¿En qué clase crees que estaría el vuelo? ¿Qué hotel crees que incluirían? ¿En qué parte del Sphere estarían los asientos? ¿Qué tipo de comida y restaurantes estarían incluidos? ¿Cómo te imaginas la experiencia del concierto de U2? ¿Qué tipo de emoción y satisfacción tendrán las personas que asistan a ese concierto?
Todas estas maquinaciones son parte de lo que se imagina el “ser que anticipa”.
Retos con ser que anticipa
Continuando con el ejercicio anterior… imaginemos que tu eres la persona que se gana ese premio, pero al ir te das cuenta que te dieron un vuelo con varias escalas de muchas horas para llegar a Las Vegas en clase económica y sin maletas incluidas, que el hotel en realidad es un motel maloliente que queda muy lejos del concierto, y que el asiento está hasta la última fila del Sphere… ¿Cómo crees que te sentirías? Yo creo que decepcionado.
Este ejercicio nos presenta una paradoja. La experiencia en su totalidad es un regalo, es decir, si no te la hubieras ganado, no verías a U2 en el Sphere, lo cual no está nada mal, sin embargo, el hecho de que te la haya regalado “la tienda departamental más importante, exclusiva y prestigiosa de México” hizo que el “ser que anticipa” se imaginara cosas y como no cumplimos sus expectativas, se generó una decepción.
En corto. El “ser que anticipa” establece expectativas que, si no cumplimos (como mínimo) o superamos (que es lo ideal) afectaremos negativamente la forma en la que la experiencia será evaluada y recordada.
A este fenómeno, desde el la perspectiva de las ciencias del comportamiento, se le conoce como la teoría de la confirmación de las expectativas o ECT por sus siglas en inglés. Y justamente nos dice que, si las experiencia excede las expectativas formadas por una persona, se generarán en ella emociones positivas fuertes y duraderas, pero si no las cumplimos, se generarán en ella emociones negativas y difíciles de olvidar.
Y este es justamente el reto con el “ser que anticipa”, debemos de generarle la suficiente emoción y expectativa como para que quiera ir y participar de una experiencia, pero no demasiada como para que espere cosas que no van a cumplirse o no estarán a la altura de su imaginación. Fallar en este cálculo es un problema constante y difícil de resolver, sobre todo si desconocemos a nuestra audiencia y a la existencia de este ser en ellas.
Entender al ser que anticipa
Es evidente que si no tomamos en cuenta las ideas que se hace “el ser que anticipa” en una experiencia vamos a estar en serios problemas. De tal forma que, es siempre muy importante, imaginarnos e investigar quién es nuestra audiencia, cuál es su contexto y qué tipo de expectativas generarán por nuestra experiencia o evento.
Esto no es particularmente sencillo, pero ayuda hacernos el siguiente tipo de preguntas:
¿Por qué canal se enteraron las personas de esta experiencia/evento?
¿Con qué otra cosa que hayan vivido se relaciona?
¿Qué asociaciones tienen las personas con el tema y/o marca de la experiencia?
¿Cuál es el deseo de las personas al asistir a esta experiencia?
¿Cuál es el precio de la experiencia y cómo se compara con otras cosas que viven y compran?
¿Cómo es la comunicación del evento y de qué formas es congruente (o no) con lo que pasará?
En Cocolab nos hacemos este tipo de preguntas todo el tiempo para asegurarnos de poder satisfacer y en medida de lo posible sorprender al “ser que anticipa” de nuestras audiencias.
Hay experiencias que hacemos que se prestan muy bien a esto, como lo son aquellas que son más novedosas, por ejemplo, Ecos de Uxmal, una experiencia multimedia nocturna en un sitio arqueológico. Esto es tan poco común para la mayoría de las personas que es relativamente fácil satisfacer y sorprenderlas una vez que se convencieron de ir.
Por el otro lado, hay experiencias que cargan con mucho peso por las expectativas del “ser que anticipa”, como por ejemplo, Disney Immersive, una experiencia inmersiva que hicimos en colaboración con Walt Disney Animation Studios y Lighthouse que ha tureado por todo el mundo. Las personas que asisten tienen ya una expectativa bien formada sobre la calidad y nivel de las atracciones de Disney, por lo cual es un reto mayor satisfacerlas y/o sorprenderlas.
Pero más allá de las experiencias de entretenimiento de gran formato, nosotros mismos somos quienes muchas veces inflamos con expectativas a nuestro “ser que anticipa”. Basta con recordar el concepto de la “cuesta de enero”, que no es más que el enfrentamiento con la realidad de nuestras expectativas generadas de un nuevo comienzo del calendario.
Ejercicio: el ser que anticipa en las temporadas navideñas
Esta temporada de posadas y fiestas puede ser muy útil para entender, experimentar y sorprender al “ser que anticipa” de nuestros amigxs, familiares y colegas.
Este tipo de fiestas suelen llevarse a cabo año con año con, más o menos, las mismas personas. En algunos casos existen expectativas pre-formadas de cómo se realizan estas reuniones y lo que sucede en ellas. Por ejemplo: sabemos que el orden de las cosas que sucederán en la reunión es uno muy particular, o sabemos que es muy probable que X persona lleve el guisado de siempre, o sabemos que es muy probable X persona traiga regalos para todos, o sospechamos que X persona, como siempre, terminará algo alcoholizadx.
Y todo esto sin contar los mensajes y expectativas que el entorno mediático genera para estas épocas. Estamos expuestos a mensajes religiosos, comerciales, películas, etc. en donde se nos enseña a asociar estas épocas con la felicidad, la satisfacción, la bondad, la compra y el consumo, casi siempre rodeadas de personas felices, satisfechas y unidas. Una receta que no hace mas que inflar las expectativas del “ser que anticipa”, que muchas veces, para nuestra desgracia, caen fuera de la realidad.
Así que, te invito a que primero, según tus posibilidades y contexto, analices estas expectativas generadas por “el ser que anticipa” que vive en ti y en los asistentes a alguna fiesta o posada próxima.
Si es posible trata de idear formas en las que podrías romper y superar positivamente estas expectativas. Quizás puede ser, por ejemplo, una buena ocasión para que te animes a sacar tu guitarra y tocar frente a tu familia y amigos, o quizás puedas llevar una máquina de burbujas que sorprenda a tus sobrinos más pequeños, o bien puedes preparar algunas palabras de agradecimiento con anticipación para compartir en algún momento de la noche con todos… o también puedes llegar con botellas de tu licor favorito para compartir que sabes que pondrá a todos muy buena onda.
Las posibilidades son infinitas. Pero recuerda que es muy importante también reconocer que hay personas y contextos cuyas expectativas consisten en que siempre pase lo mismo, en cuyo caso, te recomiendo cautela, recuerda que no hay nada peor que no satisfacer las expectativas del “ser que anticipa”.
Toma en cuenta también que sorprender al “ser que anticipa” hace que comparta historias a su íntimo amigo, el “ser que recuerda” el cual las atesorará y guardará, de eso hablaremos más en el futuro.
Espero que este correo haya satisfecho a tu ser.
Nos leemos pronto.
mm.
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Inspirado por las celebraciones de estas fechas, me puse a reflexionar sobre la muerte. De forma más específica, sobre la experiencia que los vivos tienen al perder a un ser querido.
Hay muchos tipos de experiencias, hay aquellas que son insignificativas y breves, otras son divertidas y memorables, pero hay aquellas que nos tocan profundamente y cambian el rumbo de nuestras. A estas últimas nos referimos como experiencias transformadoras.
Las experiencias transformadoras son el santo grial de los diseñadores de experiencias. Muchos buscamos poder generarlas en nuestros proyectos. Pero no es una tarea fácil.
El campo de estudio alrededor de las experiencias transformadoras está creciendo y desarrollándose cada vez más. Por ahora cubriremos lo básico.
Experiencias transformadoras
Según autores con quién he tenido la oportunidad de conversar como Mat Duerden (Designing Experiences) existen experiencias TRANSFORMADORAS (así, con mayúsculas) y transformadoras (con minúscula).
Las TRANSFORMADORAS cambian nuestra vida para siempre, son aquellas que marcan un antes y después en nuestra vida e impulsan cambios trascendentales en nuestra forma de ver y operar en el mundo. Ejemplos podrían ser: casarse, convertirse a alguna religión, dejar una adicción, un peregrinaje, hacer una transición de genero, hacer una terapia alucinógena, etc.
Las transformadoras marcan cambios menos trascendentales pero también importantes en nuestra vida. Un ejemplo sería: hacer un maratón, cambiar una dieta, cambiar de parecer en alguna cuestión política, etc.
Por supuesto, T y la t son relativas al contexto de cada persona.
Sin importar cuál de las dos sea, podemos generalizar en que este tipo de experiencias:
Son escasas, suceden pocas veces en nuestra vida
Tienen un gran impacto y generan impresiones duraderas en nuestra memoria
Requieren una comunidad de apoyo
Implican reflexión y compromiso por la persona que las vive
Muchas empresas y diseñadores en este gremio buscamos generar experiencias que transformen positivamente a las personas. Buscamos temas, espacios y excusas para poder generarlas.
Pero quizás para entender, estudiar y vivir experiencias transformadoras solo necesitamos observar lo cotidiano.
De “forma natural”, las personas vivimos experiencias transformadoras a lo largo de nuestra vida, por ejemplo, nacer, tener hijos, morir o sufrir la muerte de un ser querido.
A continuación, con mucho respeto, vamos a explorar el tema de la muerte de un ser querido desde el ángulo del diseño de experiencias. Esto con el propósito de ejemplificar dos cosas, primero: cómo el mercado puede configurar nuestras experiencias vitales y segundo: descubrir el potencial que existe de diseñar experiencias que sean significativas y nutritivas para nosotros.
La experiencia de la muerte
Cada muerte es diferente, pero términos generales, en las culturas occidentales sobre todo, cuando un ser querido fallece sucede lo siguiente:
El ser querido muere.
Se notifica a la familia.
Se llama a una empresa de servicios funerarios.
El cuerpo (o las cenizas) son “entregadas” a la familia en un lugar especializado y/o iglesia para los ritos posteriores.
Aquí la pregunta clave ¿De dónde surgió la idea de que una empresa debe de llevarse un cuerpo de un ser querido cuanto antes para después dártelo de vuelta para que puedas continuar tu despedida?
La comercialización de la muerte
La experiencia actual que tenemos con la muerte es relativamente nueva, tendrá apenas 100-120 años y según la activista morturaria Caitlin Doughty, surgió en la guerra civil de los Estados Unidos.
Antes de eso, las personas (de forma general) tenían la idea de pasar un tiempo en casa con los muertos antes de enterrarlos. Les lavaban, vestían y vivían momentos y ritos con ellos. No había una prisa de forma estricta. Se permitían contemplar, convivir y sopesar lo que había pasado.
Durante la guerra civil estadounidense sucedieron muchas muertes, y aquí lo importante, eran personas que morían lejos de su lugar de origen.
Surgieron entonces empresas que se dedicaban a trasladar los cuerpos de los fallecidos hasta las poblaciones donde se encontraban sus familias para que estas pudieran despedirse de su ser querido.
Se recogían los cuerpos en carros tirados a caballo y podían pasar semanas o meses hasta que el cuerpo llegara a su destino. La cantidad y el hacinamiento de cuerpos, los tiempos y el clima potenciaban la generación de focos de infección. Mismos que fueron solucionados por empresas que implementaron servicios de embalsamiento.
Los embalsamadores empezaron a vender el servicio de trabajar con los cuerpos, de tal forma que los cuerpos pudieran lograr, en buen estado y sin riesgo de putrefacción, los trayectos hasta sus familias.
Todo esto fue un grandísimo negocio… hasta que la guerra civil terminó. Había entonces muchísimos menos cuerpos que trasladar y por ende, menos demanda por embalsamar.
Entonces los empresarios embalsamadores gringos idearon un plan: digámosle a las personas que el cuerpo de un ser querido es peligroso e infeccioso, de tal forma que todo el mundo quiera embalsamar a sus muertos, así tendremos una demanda infinita por nuestros servicios… y lo lograron.
La idea se popularizó en EUA, se hizo aspiracional, se llevó a GRAN PARTE DEL el mundo y se desarrollaron productos y servicios complementarios. Ahora no solo ofrecen ese servicio, sino un lugar para poder velar a los fallecidos, arreglos, servicios religiosos, etc… La McDonalización del morir.
Mi experiencia
Hace poco más de dos años sufrí la pérdida de mi padre. Murió de un infarto mientras dormía.
Tuve la oportunidad de pasar tiempo junto a su cuerpo, de llorar con mi mamá, hermano y nuestras parejas. Pude pasar tiempo a solas con él, de acariciar su pelo por última vez, de despedirme.
Me hubiera gustado saber que no había prisa, que no pasaba nada si esperábamos más. Que, por doloroso y difícil que fuera, podríamos haberlo vestido y sacado nosotros, con cariño y cuidado de su casa, en lugar de que extraños lo hicieran de forma torpe y apresurada.
No sé si saber esto hubiera cambiado la forma en la que terminamos llevando todo a cabo. Pero al menos hubiera podido tener un mejor entendimiento sobre el momento, su significado y las opciones que realmente existían.
Imaginando nuevas posibilidades
La experiencia que mi familia y yo tuvimos en los momentos más impactantes y transformadores de nuestra pérdida, sin duda, no es la única posible. Lo mismo para cada una de las diferentes situaciones de pérdida a las que todos nos podemos enfrentar.
¿Qué pasaría si imagináramos otras opciones de relacionarnos con la pérdida?
¿Qué pasaría si integráramos una perspectiva del diseño de experiencias a la experiencia transformadora de la muerte?
¿Qué pasaría si reconocemos la importancia de estas transiciones y comenzamos a tener conversaciones constructivas con nuestros seres queridos?
¿Qué pasaría si, en lugar de tomar las opciones que nos ofrece el mercado como punto de partida, tomamos nuestra. transformación y bienestar como prioridad?
Afortunadamente existen algunas personas y organizaciones que han abierto camino para explorar con mayor profundidad este tema.
Un buen punto de partida sería The Order of the Good Death de la misma Caitlin Doughty, quien se ha especializado en explorar, educar y compartir recursos y perspectivas sobre la importancia del “buen morir” y de las experiencias que tenemos alrededor de la muerte.
Si conoces a personas u organizaciones similares en México o Latino America por favor compártemelas.
No existe una sola solución para este tipo de cuestiones, cada situación, persona, contexto y comunidad tendrán sus necesidades y particularidades. Creo que vale la pena explorar el tema a la medida adecuada para cada circunstancia. Finalmente la forma en la que honramos la vida está interconectada con la forma en la que lo hacemos con la muerte.
La oportunidad: apropiarnos de las experiencias que nos transforman
En este ejercicio de reflexión partimos desde la experiencia de pérdida para analizar cómo vivimos y configuramos las experiencias de transformadoras que tenemos en nuestra vida.
La intención es despertar un interés para que reconozcamos esta y otras experiencias transformadoras en nuestra vida y nos preguntemos si es que las estamos viviendo de una manera adecuada y relevante para nosotros y los nuestros.
El campo del diseño de experiencias nos puede ofrecer herramientas y perspectivas que nos ayuden a tener mejores conversaciones alrededor de los momentos que vivimos en nuestro día a día.
La invitación de esta exploración en particular es a que nos apropiemos de las experiencias que vivimos en nuestro día a día, especialmente aquellas que nos transforman.
En futuras exploraciones compartiré reflexiones, herramientas y perspectivas que nos sean útiles para este y otros tipos (más banales) de experiencias.
Nos leemos pronto.
mm.
Recursos recomendados
Para profundizar y llegar a otros temas relacionados te recomiendo:
De igual forma recomiendo el episodio de su podcast ¿Dónde velan a sus muertos los ateos? que suma a la conversación sobre el diseño de este tipo de experiencias.
Hola querides, soy yo de nuevo, me permito interrumpir su pulcra bandeja de entrada con un anuncio: vuelvo a las andadas, vuelvo a escribir… pero ahora de forma diferente.
Para aquellos que no saben o no recuerdan, en agosto del 2020 terminé un reto que me propuse, escribir una reflexión o ensayo de forma semanal durante un año. Fueron 52 correos con contenidos variados que me mantuvieron más o menos sano durante la locura que fue el inicio de la pandemia.
Vuelvo, pero no con la misma periodicidad ni diversidad de temas, pero si con el mismo ánimo de compartir cosas que me interesan profundamente y quiero compartir con ustedes.
Concretamente estaré compartiendo reflexiones y aprendizajes en torno al diseño de experiencias, disciplina en la que he estado interesado toda mi vida, pero en la que he podido profundizar ya desde hace casi 4 años a través de mi trabajo en Cocolab y en los proyectos que he podido generar con mi pareja, Mariana Cabello, a través de lo que de momento llamamos Blobworks.
Bienvenidas y apreciadas cualquiera de tus decisiones… Pero si me permites una recomendación, quédate a ver que nos pasa mientras jugamos juntos al viejo juego de la lectura y de la atención.